A GALOPAR!, ATIROHECHO
Hasta enterrarlos en el mar
A galopar
Compañía: Atirohecho. Espai Inestable. Fecha de estreno: 19 de febrero de 2021. Fecha de la crítica: 19 de febrero de 2021.
Cuando se sale de un teatro con satisfacción es que se ha sido espectador de algo que merecía la pena. Y si se ha disfrutado con una propuesta de teatro político aunque todas las ideas no se compartan o simplemente el discurso juvenil pueda quedar lejano por edad, aunque tengas en la memoria las ilusiones vividas hace algunas décadas, es que hay un trabajo bien realizado y digno de encomio.
Así es A galopar!, que la compañía Atirohecho nos ha obsequiado en la sala Inestable después de su atractivo montaje Ingovernables. Frente a las ideas más prácticas desplegadas en este último, hemos revisitado los orígenes de la compañía cuando subrayaba más a fondo la utopía de lo revolucionario y el anarquismo con el ánimo de cambiar una sociedad injusta. Porque se trata de una actualización de Ladran, luego cabalgamos. Después de su debut con No te salves. Homenaje a Mario Benedetti en 2011, nació esta propuesta, la segunda de las siete producidas hasta la fecha, estrenada en Carme Teatre en 2013, y que significó la consolidación de su teatro político desarrollado a partir del físico y con fusión de música, movimiento, texto inventado, discurso real, imágenes y reivindicación. Digamos que fue su consolidación por haber sido seleccionado en la Red del Circuito de Teatros Alternativos 2013 para girar por España y posteriormente llegar a Buenos Aires y a Chile.
A galopar! mantiene el tema del paralelismo entre el movimiento del 15-M y los indignados con el ambiente revolucionario anarcosindicalista de la Segunda República. Como la obra original. Pero si aquella nacía del espíritu del 15-M, desde 2013 han pasado muchos acontecimientos. La crisis iniciada en 2008 y que tuvo su contestación con este movimiento tuvo su expresión política ilusionante pero el tiempo la ha difuminado. De ahí que el rescate de este montaje, con algunos cambios formales y alusiones a asuntos posteriores como la ley mordaza o la ciencia al servicio del poder, tenga su vigencia porque el sueño de la justicia social y política permanece vivo.
Se mantienen la coralidad de la obra, las imágenes y grafismos de Elías Taño y la estructura de secuencias autónomas, con seis intérpretes en escena, uno más que en la original, más la aparición de la sorpresa, para hablarnos de la revolución y la necesidad que tiene esta sociedad de ella. El gran cambio sucede en el arranque. De aquel video de Anonymous con el mensaje amenazador hacia el poder con dos actrices y tres actores gesticulando en escena, se ha pasado a esos mismos gestos pero con otro texto de presentación de los personajes haciendo alusiones ideológicas personales y de su familia y a los conceptos de derecha e izquierda mostrando la confusión ideológica existente en la actualidad, con toques irónicos de gran brillantez para subrayar las contradicciones. Ya no están en escena Román Méndez, Margarita Mateos, Bruno Tamarit, Rafa Segura, Carla Chillida, sino otros más jóvenes, con el mismo poderío físico que aquellos tenían hace ocho años. Marc Estrellat, Carmen Asecas, Arantxa Cortés, María Covadonga, Francesc Romeu Ferrer y Rubén Cerdà-Bacete pronto recuperan los diálogos asamblearios de preparación de la acampada de Ladran, luego cabalgamos: el inventario, donde lo práctico y lo nada práctico alternan. La inocencia frente a la madurez que retorna en el desenlace.
A partir de ahí el trabajo es una reivindicación de aquel espíritu. Junto a las canciones originales desfila el repertorio de aquellas revolucionarias: “Que vivan los estudiantes” de Violeta Parra, “La gallineta” de Lluís Llach, “Grandola vila morena” de Jose Afonso, “El gallo rojo y el gallo negro” de Chicho Sánchez Ferlosio, la tradicional “En la plaza de mi pueblo” y los himnos revolucionarios “Hijos del pueblo”, “A las barricadas” o “La Internacional”. La llama sigue viva y no ha hecho falta resucitarla sino revivirla. Todo ello entre despliegues físicos con escenas que llamaría hasta peligrosas, pero siempre de movimientos con matices simbólicos, donde destaca la necesidad de unir fuerzas frente al individualismo.
Las secuencias siguen con su frescura y el montaje ha ganado con los años. Siguen despertando emoción escenas como la andadura por los libros de los estudiantes o la aparición súbita e inesperada del ciudadano oriental con casaca militar, con una sugestiva interpretación de Hu Zhao, cuya presencia aporta momentos de humor aplastante. Su discurso pretendidamente “traducido” por Francesc Romeu Ferrer es delirante. La necesidad del pasaporte, la denuncia del machismo y la marginación de la mujer, el homenaje a los líderes revolucionarios de la República, y las reflexiones sobre la economía y la política siguen ahí, como la necesidad de la cultura en nuestra sociedad como arma contra el poder.
Carla Chillida y el resto de la compañía han creado escuela. Los siete jóvenes actores cumplen y transmiten todos los mensajes con mucha pasión. Tienen algo que necesitamos en nuestro teatro: potencia vocal. Demasiadas veces la añoramos. Ahí está Marc Estrellat como ejemplo más vigoroso pero también la bella voz en el canto y la excelente dicción de Carmen Asecas, no más encantadora y precisa que las de Arantxa Cortés o María Covadonga, y el buen hacer de Rubén Cerdà Bacete y Francesc Romeu Ferrer, sin olvidar al citado Hu Zhao. Coralmente, su momento más brillante es el recitado de poemas conocidos de Estellés, Antonio Machado, Miguel Hernández, Alberti y Gabriel Celaya, cuya gravedad contrasta con otras escenas corales más desenfadadas como la reunión de los acampados del 15-M. Sus excelentes movimientos, ejercicios circenses y despliegues físicos, donde hombres y mujeres son iguales, mantienen el dinamismo de la obra original pero con la aportación de una actriz más aún resultan más vistosos sobre todo en los dúos.
El teatro político es más que necesario. Sobre todo frente a los actuales discursos falsarios del sistema con aspecto de antisistema, frutos de la mentira y la alienación. Y con el componente físico que da personalidad a la compañía Atirohecho recoge el viejo discurso que podría sonar a caduco y lo actualiza para demostrar que el ideal no está muerto. Con A galopar! se puede recordar todo su camino evolutivo y la enorme progresión de sus vivas propuestas. Además, demuestra que una revisión a tiempo es una victoria y que nunca la verdad fue tan necesaria. Ni los golpes de la sinceridad.
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia y dirección: Rafa Segura / Carla Chillida. Reparto: Marc Estrellat, Carmen Asecas, Arantxa Cortés, María Covadonga, Francesc Romeu Ferrer, Rubén Cerdà-Bacete, Hu Zhao. Traducción: Margarida Mateos. Ayudante de dirección: Manuel Climent. Grafismos: Elías Taño. Iluminación: Carla Chillida. Vestuario: La miliciana serigrafía. Producción: Atirohecho.
José Vicente Peiró