MIRADA DE MARTA OLIVERES
22 años al teléfono hablando con Carles Santos (Barcelona 1993- 2015)
Carles Santos era una persona normal, popular que trabajaba de músico.
Entradilla:
Memoria 6. Los años pasan, los recuerdos se mezclan, se diluyen o se
solidifican apareciendo con fuerza. Marta ha registrado su casa en busca de
algunos de sus acompañamientos a lo largo de sus más de 30 años de experiencia.
Y ha encontrado en su memoria de todoterreno a Carles Santos.
De Carles Santos se habla siempre de sus espectáculos, se le ha elogiado su genialidad, creatividad, originalidad. También y paralelamente se ha reconocido su capacidad de descubrir talentos artísticos que, algunos de ellos, han conseguido desarrollar una muy buena trayectoria artística. Yo solo puedo hablar de lo que he vivido detrás y fuera de los escenarios, recordar anécdotas y maneras de trabajar y evocar las personas que, en el entorno de Santos, normalmente no se habla de ellas.
Las dos primeras veces que lo vi pertenecen a la historia de Comediants y su
relación con él. La tercera, ya sí, fue en la oficina de MARTELI, mi oficina, cuando
vino acompañado de Pilar Solá y nos propusieron trabajar para y con ellos en
ese año (1993) tan post Olimpiadas. Carles ya llevaba una trayectoria conocida
y, lo más importante para mí, que los espectáculos que había visto desde la Boqueta
Amplificada hasta Asdrúbila (1992) los consideraba de gran
excelencia y de una genialidad particular. La otra cosa que me impresionó es
que escogiera a MARTELI, ¡a nosotras!

Carles Santos veneraba a las mujeres. Siempre hablaba de su madre Doña Elena o
de su abuela Doña O. A. Santos. Le gustaba trabajar con mujeres y alardeaba de
ello, tanto en el terreno artístico como también en el de la gestión. Eso sí,
sabía “discriminar” muy bien a las mujeres valientes o fuertes de las que no lo
eran. Él decía que nosotras, las valientes, lo hacíamos mejor.
Tardé unos buenos años hasta que pude tener contacto directo con él ya
que le encantaban los “filtros” de acceso. Era el típico hijo único al que sus
padres y familiares le sacaban las castañas del fuego justificando todas sus
excentricidades, amparándose en su genialidad. Santos contaba que una vez hizo
un concierto de piano en Barcelona y tuvo una crítica devastadora en La
Vanguardia; su padre se fue a esperar el tren que traía los periódicos, los
compró todos y les pegó fuego en la misma estación. Aquel día Vinaroz se
levantó sin periódicos. Carles decía que su padre, sin saberlo, había hecho una
acción performativa, quizá incluso mejor que el concierto que acababa de dar.
Son muchas las mujeres (de mi época) que resaltaron la genialidad de Carles
Santos y le apoyaron haciéndole todo tipo de encargos: Marta Tatjer estuvo
siempre ofreciéndole posibilidades artísticas;
igual que Elena Posa desde la dirección del Grec y del Mercat de les
Flors; Josephine Markovitz en Festival de Otoño de París; Nele Hertling cuando
estaba en el Hebbel Theater; o las valencianas Carmen Alborch, Consuelo Císcar
e Imma Tomás de quienes, a través de las múltiples responsabilidades que
ejercieron, han salido espectáculos como Tramuntana Tremens, La
Espléndida Vergonya del Fet mal Fet, La Pantera Imperial.
Y luego estarían las que trabajaron estrechamente con él en gestión, producción
artística y técnica, creación, management, ayudantía de dirección, etc.. Fuimos Montse Colomer, Pilar Solá, Susanna
Jové, Isabel Castellet, Nati Romeu y yo misma. Todas ocupamos un papel en el
trabajo de Carles Santos y, a mi parecer, cada una en su momento tuvo la
oportunidad tanto de crecer profesionalmente como de disfrutar de su amistad.
Una mujer que no se debe dejar de citar cuando se habla del trabajo de Santos
es María Elena Roqué cómplice absoluta de Santos, no solo artísticamente sino
también en el plano personal. Gran parte de los éxitos de Carles Santos se
dieron en la época donde se supo rodear de personajes con talento creativo y
genialidad como María Elena Roqué, quien con frecuencia quedaba eclipsada por
el propio Santos. De lo que no había duda era que Carles sabía sacar lo mejor de ti
profesionalmente para provecho un mutuo.
Como decía antes, a Carles le gustaba tener filtros. Así que, tuvieron que
pasar varios espectáculos (Espléndida Vergonya del Fet Mal Fet, La
Pantera Imperial, Figasantos Fagotrop, Ricardo i Elena…) para
que al fin me saltara el filtro y tuviera línea directa con él. El siguiente paso fue con Sama Samaruck
Suck Suck. Entonces pasé a ocupar el lugar de parapeto y de filtro. Desde
entonces disfruté de la confianza de Carles en muchos ámbitos importantes para
su trabajo: economía, producción, planning… Cada semana subíamos a París
en tren nocturno para ir a La Villette a trabajar en la producción y Carles aprovechaba
esos viajes para darme caña con la modernidad (yo entonces dirigía
MOM/ELVIVERO) y para preguntarme acerca de la vida personal de los miembros de
la compañía. Decía que saber de la vida de las personas te daba muchas
herramientas para sacar lo mejor de ellas profesionalmente. No solo adoraba
tocar esos temas, sino que también hablábamos de fútbol y de política. Y se
sinceraba con muchas anécdotas de sus padres en Vinaroz, de Brossa y de Pere
Portabella… Una mezcla de temas que hacía de él un personaje popular, perteneciente
al pueblo.
Trabajar con él requería estrategia y mucha “mano izquierda”: creaba rápido y
concretaba muy bien la información que se necesita para los exceles. Una
vez le pregunté cómo podía ser tan prolífico artísticamente y reaccionar tan
rápido cuando le proponían una producción. Entonces él me respondió que tenía
un cajón lleno de libretas con proyectos, (cosa que luego pude comprobar). Eso
le permitía comenzar los proyectos ya en una fase avanzada, iniciar los ensayos
con un 70% del espectáculo compuesto musicalmente y esbozado escenográficamente.
El resto, lo que faltaba, lo iba desarrollando durante los ensayos y escuchando
lo que las personas de su entorno creativo como María Elena Roqué, Montse
Colomer o Toni Jodar le pudieran sugerir.
Él trabajaba siempre porque no sabía vivir sin trabajar. Solo tomaba vacaciones para Semana Santa y pescar. Cada mañana cuando hablaba con él por teléfono repasábamos el trabajo, las reuniones, etc. y tenías que aportar soluciones y opiniones para que él pudiera decidir. En esas llamadas, él estaba ensayando al piano y mientras repasábamos se oían las teclas. Cuando empezabas a oír más teclas de lo debido, tu intuición te decía que era mejor interrumpir la conversación y aparcar el resto de los temas para mañana, al mismo tiempo que esgrimir una mejor estrategia para solucionarlos. Sabía que disfrutaba de un honor y que trabajar cerca de un genio es una oportunidad que no se puede desperdiciar ni criticar. Simplemente es un lujo que no se puede comprar.
Una vez, al comienzo de trabajar juntos, coincidieron en el Mercat de les Flors Josephine Markovitz (Festival Otoño Paris), Michel Bataillon (TNP de Lyon) y Brian McMaster (Festival de Edimburgo). Al acabar la representación los llevamos a cenar a Els Pescadors. Cogimos el sucio coche de Carles y cuando arrancó dijo: “ahora es cuando me empotro contra la pared y me cargo La Cultura de Europa”. Por fortuna, nadie se estrelló, y conseguimos llegar al restaurante donde comimos como primer plato espinas de anchoas rebozadas. Nuestros invitados, particularmente Brian McMaster, lo miraban todo con suma atención. Al año siguiente fuimos a Edimburgo. Repetimos tres veces.
Uno de los últimos recuerdos simpáticos que tengo fue del concierto programado
en el Poesia i + de Caldes l’Estrac. Cuando Carles y yo llegamos al
pueblo y él vio el cartel del concierto me dice: “oye, yo no me he preparado
este concierto, he preparado No al No”. ¡Me quise morir! Pero,
afortunadamente, estaba acostumbrada a salvar este tipo de situaciones. Hablé
con el director, Eduard Escofet, y le dije: “¡lo siento!, Carles está mayor y
se ha preparado un concierto, pero no es el que tienes programado”. Reímos para
no llorar. Al final, aquel concierto en el jardín, con las ranas del estanque
haciendo coro y los fuegos artificiales de la fiesta Mayor de Caldetas de
fondo, no impidieron que el público disfrutara. Tan solo algunos, los más
entendidos, nos comentaron: “¿este concierto tiene mucho del No al No, ¿verdad?”.
Hablamos mucho de Vinaroz, pero allí sólo fui dos veces. Una de ellas le pedí
que me permitiera ir a su chalet. Tenía curiosidad por ver cómo era el espacio
dónde se hallaba cada vez que le llamaba por teléfono. Él correspondió más
tarde pidiéndome venir a mi oficina. Él también necesitaba ver cómo era el
espacio en el que me hallaba con aquellas llamadas.
Aeropuerto de Estambul 4 de diciembre del 2017, transfer dirección Teherán,
llamada de teléfono de Nati Romeu: Carles ha muerto.
Yo ya me había despedido de Carles unos tres o cuatro años antes de su muerte,
un día en el que me di cuenta de que los genios también son hombres vulgares y
corrientes.
https://www.facebook.com/marta.oliveres/videos/1162126411643/
Ensayo en el BAC de NYC cuando la semana catalana. Grabación de Marta Oliveres

Roser Cucurell Úbeda
Marta és única, ha conseguir llegar dónde queria. Gran trabajadora cultural y con un criterio delicioso. Gran experta en el mundo de la cultura.